lunes, 10 de marzo de 2014

Breakaway.

Estás ahí, a un paso de dar ese gran cambio. No sabes lo que te espera. Jamás has pensado demasiado en las consecuencias de tus actos: "Actúa primero, piensa después" es el lema que dirige tu vida. Lo has adoptado y enarbolado con honor todos los años que llevas en esta tierra. Pero ahora piensas, tienes miedo. ¿Qué pasará cuando lo hagas? ¿Qué cambiará en tu vida? Todo, o tal vez  nada. No lo sabes. Tienes temor de abrir la caja, de saber si el gato está vivo a muerto. Pero lo harás de todos modos, lo sabes. Tomarás ese riesgo, aceptarás el reto, y harás un cambio. Pase lo que pase seguirás -con dudas y tal vez arrepentimientos- avanzando. Te liberarás. Afuera está oscuro, y estarás sola. Pero la vida es así. Madurar implica tomar desafíos, equivocarse, caerse, golpearse y sufrir. Pero si eres capaz de ganar la contienda, de aceptar las equivocaciones, de levantarte, de limpiarte los rasmillones y superar el sufrimiento, entonces estás lista. El mundo te espera ansioso de lo que puedes lograr, a dónde puedes llegar, a qué distancia podrás volar. No sabes hasta donde te llevarán tus sueños, sí tocarás el cielo o te congelarás en el infierno. No lo sabes, pero ya no tienes miedo. Tienes valor, coraje. La vida es para vivirla, los que ganan son los que se atreven, los que sobreviven son los que luchan. Los felices son los que cumplen sus metas, y ahora lo sabes. Así que, sin dudar, das ese primer paso. No tienes idea a dónde vas, pero eso no es importante. Lo importante es que te desprendiste del miedo, lo dejas atrás, junto con lo que te impide avanzar. 

Y caminas, ya no hay inseguridad, no hay miedo, actúas al fin. 
Le sonríes a la mujer que tienes enfrente. Ella te sonríe de vuelta, con amabilidad.

—¿En qué le puedo ayudar, señorita?

—Un boleto de avión, por favor. 

Y has dado el paso, sabes que nada puede pararte ya, llegarás a donde quieras. Tocarás el cielo.

—¿Cuál es su destino?

Sonríes, ¿a dónde quieres ir? El mundo es tuyo, tómalo.

—Las estrellas, ese es mi destino.

La mujer te mira, y puedes ver en sus ojos, que ese es el destino que ella ha soñado también. 


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