jueves, 15 de mayo de 2014

Cree.

 ¿Alguna vez pensaste en que amarías a alguien con tanta fuerza que podías sentir como tu corazón se salía de tu pecho? ¿Sentiste eso alguna vez? ¿Amaste con tanta vehemencia que no te importaba darlo todo? ¿Le abriste tu alma a alguien? 

Es bastante hermoso hacerlo, la verdad. Dejar que alguien venga y dé vuelta tu mundo, que te haga sentir como si sólo tú existieras en el universo, y que te hiciese feliz, de una manera que jamás sentiste antes. Es bastante hermoso.

Todo amor conlleva una gran responsabilidad (parafraseando el Tio Ben), estás a cargo de un frágil corazón, estás con el arma apuntando a su alma, con la recámara totalmente cargada y lista para disparar. Con la alta posibilidad de destruir a la persona que quieres, eso es el amor.

 Es dejar que la persona lo tenga todo de ti, tenga tus sueños, tus esperanzas, tus anhelos, tu alma y confiar en que jamás los destrozará. Tener una confianza ciega en esa persona, eso es amar.

Es dejar que la persona destroce todos los muros que tenías para protegerte, romper tu orgullo, tu desconfianza, esas barreras de protección que tenías para que nadie pasase. Esas espinas que impedían a cualquiera acercarse lo suficiente para tocarte. Eso es entregar todo de ti.

¿Y sabes qué? Jamás debes arrepentirte de haberlo hecho, incluso si rompe todo de ti, incluso si destroza tu corazón, incluso si te disparó sin ningún reparo, incluso si tomo todos tus sueños, tus anhelos y tus esperanzas y limpió el suelo con ellas, no debes arrepentirte, nunca. ¿Por qué? Porque cuando lo hiciste, lo hacías de corazón, lo hacías creyendo realmente en ese amor, cediste parte de tu alma y la entregaste, y no debes retroceder de eso. Jamás debes arrepentirte de algo que hiciste con toda tu alma. Jamás debes dar un paso hacía atrás y marcharte.

Si alguien te rompió el corazón, repáralo. Llora lo que tengas que llorar y vuelve a pararte. Y por sobre todo, no temas volver a amar. Jamás temas de hacer algo que quieres. La vida es demasiado corta para ir dudando de todo, demasiado efímera para sentarse y llorar. Es sólo un suspiro y se acaba.

Vive, enamórate, desenamórate, vuelve a enamorarte y ama. Nada vale la pena como dar tu corazón a alguien, como entregarte por completo a alguien y sentir que la otra persona hace lo mismo contigo. No temas, sólo entrégalo y vuelve a creer que esta vez, nadie lo destrozará.  Porque tal vez, esa persona no lo haga.

Cree y vive. Vive y ama. Ama y sé feliz. Sé feliz y cree. 


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